Época:
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.


(C) Alvaro Cruz García



Comentario

Ciudad de origen ibérico, en tiempos de los romanos adquirió importancia por estar situada en la calzada que unía Emerita Augusta con Caesaraugusta. Entonces era llamada Arriaca.
Durante la etapa musulmana de la Península Ibérica pasó a depender el reino de Toledo, con el nombre de Wad-al-Hayara -Río de piedras-. En 1081, durante el reinado de Alfonso VI, fue conquistada por Alvar Fáñez, lugarteniente del Cid.

De este periodo aun quedan restos arquitectónicos, como los torreones del Alamín o el de Alvar Fañez de Minaya.

Después de ser conquistada por los cristianos del reino de Castilla, la ciudad pasó a ser de realengo, siéndole otorgados fueros en 1133 por Alfonso VII, en 1219 por Fernando III El Santo y en 1260 por el hijo de éste, Alfonso X El Sabio. Mediante este último fuero, se otorga que todos los habitantes de la ciudad sean caballeros. También Guadalajara tiene el privilegio de ser representada en las Cortes de Castilla, que se reúnen aquí en dos ocasiones: 1.390 y 1.408. Estos privilegios reales se completaron durante el reinado de Enrique IV, quien le concedió el título de Muy Leal y Noble.

Pero la historia de Guadalajara está ligada íntimamente a la del linaje de los Mendoza, verdaderos señores de la ciudad. Aunque villa de realengo, es decir, de propiedad real, Juan II le ofrece el señorío de la ciudad a Iñigo López de Mendoza, primer Marqués de Santillana, con lo que inaugura el dominio de este linaje sobre esta población.

Los Mendoza ejercieron de auténtico mecenas artísticos, introduciendo el Renacimiento y logrando dar a la ciudad un gran esplendor, hasta su marcha en el siglo XVII. Una de las joyas de Guadalajara será el Palacio de los Duques del Infantado, construido entre 1480 y 1483 por Juan Guas.

También a este período pertenecen el palacio de don Antonio de Mendoza, la capilla de la Piedad, obra de Covarrubias, o la de Luis de Lucena, con un interesante mudéjar, así como las iglesias de San Ginés o Los Remedios.

Durante el reinado de Carlos I la ciudad se ve envuelta en la rebelión de los Comuneros, siendo aplastada la protesta por el tercer duque del Infantado.

Durante la Guerra de Sucesión española, que enfrenta a los partidarios del primer borbón, Felipe V, con los del pretendiente al trono, el archiduque Carlos, Guadalajara será saqueada en dos ocasiones por las tropas de éste, en 1706 y 1710. Lo mismo ocurrirá un siglo después, cuando será asaltada por las tropas de Napoleón establecidas en España.

La Guadalajara de la Edad Moderna es una población pequeña y, en cierto sentido, deprimida. La marcha a Madrid de los Mendoza deja la ciudad desvalida, apartada de los centros de poder y con apenas 2.000 habitantes.

La situación comienza a mejorar cuando, en 1719, se instala allí la Real Fábrica de Paños, y la ciudad experimenta un nuevo impulso con la llegada del ferrocarril, en 1859, y la instalación de la Academia Militar de Ingenieros, llegando por esas fechas a duplicar su población al pasar de 6.000 a 12.000 habitantes.

La Guadalajara contemporánea está marcada por su situación geográfica, entre Madrid y Barcelona, viéndose beneficiada especialmente por su cercanía a la primera, que aporta población recursos. Durante la Guerra Civil nuevamente Guadalajara es golpeada con saña, aunque, pasada esta, comienza a experimentar un lento pero constante incremento poblacional y económico, que afecta en mucha mayor medida a la ciudad que a la provincia.

De su largo pasado histórico quedan monumentos como, aparte de los citados, la concatedral de Santa María, de estilo mudéjar, las iglesias de Santiago y San Francisco, con cripta panteón de la casa del Infantado, y la barroca de San Nicolás.